Entrevista a una traductora
Traducir un libro escrito
en ruso hace más de 150 años no parece una tarea fácil. Debe haber
un trabajo de investigación que el lector desconoce. ¿Cómo te enfrentas al
reto?
En
realidad, más que investigación, que puede haberla si la novela trata de un
tema muy específico o requiere documentarse de antemano por alguna razón, lo
importante es no incurrir en incongruencias temporales con el vocabulario (y
aquí los diccionarios etimológicos, históricos y el Nuevo tesoro
lexicográfico de la lengua española son el mejor aliado del traductor). Y,
sobre todo, no utilizar expresiones rebuscadas como herramienta para envejecer
el texto artificialmente o recurrir a fórmulas de tratamiento arcaicas que ya
estaban en desuso en el español del siglo XIX.
¿Qué cualidades consideras que debe de poseer un buen traductor?
Normalmente
se distingue entre traducción editorial y traducción técnica, y es cierto que hay
pequeñas diferencias entre una y otra. Pero, en general, las cualidades de un
buen traductor, se dedique a la especialidad que se dedique, serían el dominio
de la lengua de partida y de llegada, el conocimiento de la cultura y de los
países donde se hablan esas lenguas, la capacidad de encontrar recursos como
diccionarios, glosarios, artículos,… que nos facilitan el trabajo diario, y
conocer bien las condiciones laborales del sector para negociar la tarifa (y
las condiciones del contrato, en el caso de la traducción editorial).
Además,
es importante que el traductor editorial sepa cuál es su papel, nada de pensar
en cambiar el texto para mejorarlo, de plancharlo por miedo a que el lector no
lo entienda o de llenarlo de notas interfiriendo innecesariamente en la
relación escritor-lector.
¿Piensas que es un trabajo satisfactorio?
Sí,
claro que sí, yo todavía me emociono cuando me llegan los ejemplares
justificativos de un libro (mis amigos empiezan a hartarse, lo confieso). Hay
veces que es agotador, y no solo porque trabajemos con plazos ajustados, sino
porque mentalmente te cansas, pero no físicamente. Y ese cansancio mental te
impide descansar. Antes de acostarme suelo leer algo que esté alejado,
temporalmente al menos, de la obra que estoy traduciendo, porque, si no, corro
el riesgo de pasarme la noche soñando con las frases del libro de cuyo
resultado no estoy satisfecha.
Además,
mantengo contacto casi continuo con muchos colegas, algunos de ellos ya
verdaderos amigos, y a través de ellos no solo he mejorado mis dotes de
traductora, sino que he tenido acceso a otros autores y literaturas a las que
seguramente sola no habría llegado.
La mayoría de los lectores
de este blog son estudiantes de lengua rusa. ¿Qué consejo darías a estos
valientes?
¿Puedo
repetir lo mismo que decía los primeros días de clase en la escuela? El ruso es
difícil, sí, pero a veces nos centramos tanto en «protestar» por su dificultad,
que nos olvidamos del objetivo de aprenderlo. ¿Mi consejo? Pasar de las
palabras a los hechos: deja de protestar y escribe, lee, escucha música, ponte
películas y no pierdas ni una ocasión de hablarlo, en clase, con tus profesores,
con tus compañeros. Incorpóralo a tu vida cotidiana en la medida que sea
posible, para que sea una afición más, no una obligación.
De todas
formas, yo siempre he defendido que no es tan difícil, simplemente los primeros
años el aprendizaje es más lento y más exigente.
¿Qué futuro ves a los
estudiantes de lenguas eslavas en España?
No tengo
claro si sigue existiendo como tal la Filología Eslava, en Madrid se asimiló al
grado de Lenguas Modernas y quedó un poco descafeinada. Ahora no sé cómo estará
el panorama.
Es
cierto que el ruso ha tenido cierto auge por la llegada de los turistas, pero
ese auge ha venido unido a una idea de la enseñanza que no considera importante
conocer la cultura de Rusia, no hablemos ya de la literatura. Bueno, en
realidad, ha habido una desvalorización generalizada de los estudios humanísticos,
y al ser considerados minoritarios, los estudios de eslavas han sufrido
doblemente.
Huy,
estoy quedando muy pesimista, ¿no? Sin caer en la cantinela de «querer es poder»,
sí que creo que debemos elegir los estudios que nos gusten, y no rendirnos al
primer escollo. Desde que acabé la carrera hasta que logré un trabajo decente y
más o menos estable, cien por cien relacionado con la Filología Eslava, pasaron
casi diez años. Trabajo que me trajo aquí, a Zaragoza.
De tu larga estancia en
Zaragoza como profesora. ¿Qué recuerdos
te quedan?
Uf,
innumerables: los nervios recurrentes del principio de curso (sí, los
profesores también estamos nerviosos el primer día de clase), lo reconfortante
que era veros aprender, lo concurridas que eran las actividades culturales sin
necesidad de llevaros de la oreja, los cafés de los viernes por la mañana con
Ruth y Masha en los descansos de las reuniones, la ayuda que me prestaban los
colegas de otros departamentos con la parte más burocrática los años que fui
jefe de departamento y había tantas cosas que se me escapaban, y no sigo, que
me emociono y tengo cierta reputación de dura que mantener.
Muchas gracias Marta. Disfruta de tu premio. Esperamos verte pronto.
Marta y retrato de Anna Ajmátova. Museo Ruso de San Petersburgo. |
Casa del libro. Gran Vía. Madrid. |
Комментарии
Отправить комментарий