Traducciones premiadas

 

Agradecemos vuestra asistencia al acto de entrega de premios del concurso de traducción del blog del departamento de ruso de la EOI 1 de Zaragoza.

Con mucha satisfacción publicamos las traducciones ganadoras y tenemos presente el esfuerzo de todos los participantes que nos han puesto difícil la tarea de elegir la mejor.

Nuestra enhorabuena a Manuel Ansón, Alejandro Godino y Ana Orús 

- En nivel A1/A2 el ganador ha resultado  Manuel Ansón y ésta es su traducción de "KOLOBOK" 

El bollito 

Había una vez una abuelita y un abuelito. El abuelito le pidió: 

- Hornéame, buena mujer, un bollito. 

- ¿Y cómo? No nos queda harina. 

- Mira en la estantería a ver si encuentras una poca para un bollito. 

Así lo hizo la viejecita. Y encontró algo de harina. Hizo el bollito en el horno y lo puso en la ventana.  El bollito se estuvo quieto en la ventana mucho rato. Se aburrió de estar allí. Saltó de la ventana al  banco, del banco al suelo y luego saltó a la calle. 

Rueda el bollito por el camino y se encuentra con él el lobo. 

- ¡ Bollito, bollito! ¡Te voy a comer! 

- ¡No me comas! Mejor escucha mi canción. Y el bollito cantó: 

¡Soy un bollito, soy un bollito!  

¡Tengo un lado sonrosado! 

De la abuela me escapé. 

Del abuelo me escapé. 

Y también de ti me escaparé. 

Y siguió rodando el bollito. Y no lo volvieron a ver. 

Rueda el bollito por el camino y se encuentra con él el oso. 

- ¡ Bollito, bollito! ¡Te voy a comer! 

- ¡No me comas! Mejor escucha mi canción. Y el bollito cantó: 

¡Soy un bollito, soy un bollito!  

¡Tengo un lado sonrosado! 

De la abuela me escapé. 

Del abuelo me escapé. 

Del lobo me escapé. 

Y también de ti me escaparé. 

Y siguió rodando el bollito. Y no lo volvieron a ver. 

Rueda el bollito por el camino y se encuentra con él la zorra. 

- ¡ Hola bollito! ¡Qué guapo eres!¡Qué buen color tienes! 

El bollito quedó encantado con tales cumplidos y cantó su canción: 

¡Soy un bollito, soy un bollito!  

¡Tengo un lado sonrosado! 

De la abuela me escapé. 

Del abuelo me escapé. 

Del lobo me escapé. 

Del oso me escapé. 

Y de ti me escaparé. 

- ¡Qué canción tan buena! – dijo la zorra- pero soy vieja, y oigo mal. Por favor siéntate sobre  mi nariz y canta de nuevo, para poder oírte mejor. 

El bollito se alegró de que le alabaran su canción. Saltó sobre la nariz de la zorra y cantó: ¡Soy un bollito, soy un bollito… 

Y la zorra – ¡ñam! - se lo comió."



- En Nivel B1, el ganador del texto de mi admirada Anna Ajmátova es Alejandro Godino.


Mi marido Gumiliov, padre de Gumiliov

Nací en el mismo año que Charlie Chaplin, “La sonata a Kreutzer” de Tolstói, la  Torre Eiffel y, según parece, Eliot. 

En el verano en el que París celebraba el centenario de la toma de la Bastilla, en  1889.  

En la noche de mi nacimiento se celebraba y se celebra la antiquísima noche de  San Juan, el 23 de junio.  

Me llamaron Anna en honor a mi abuela Anna Egórovna Motovílova. Su madre  era descendiente de Genghis Khan, la princesa tártara Ajmátova, cuyo apellido,  sin saber que llegaría a ser una poeta rusa, tomé como mi nombre literario.  

Nací en la dacha Sarakina (Gran Fuente, 11.ª estación del tranvía a vapor) cerca  de Odesa.  

Esta pequeña dacha (o, más bien, cabañita) se erigía en la profundidad de una  parcela de terreno muy estrecha e inclinada hacia abajo, al lado de correos. La  orilla del mar allí es abrupta y los raíles del tranvía a vapor discurrían por el  mismo borde.  

Mi padre por aquel entonces era un ingeniero mecánico retirado de la marina.  Cuando tenía un año me llevaron al norte, a la Villa de los Zares. Allí viví hasta  los dieciséis años. 

Mis primeros recuerdos son de la Villa de los Zares: la magnificencia verde y  húmeda de los parques, los pastos, adonde me llevaba la niñera, el hipódromo,  donde cabalgaban pequeños caballitos multicolores, la vieja estación y algo más que luego pasó a formar parte de “Oda a la Villa de los Zares” ...<>


Fragmento de Réquiem 

“En los terribles años de la Era de Yezhov estuve haciendo cola durante  diecisiete meses en la prisión de Leningrado. Una vez alguien me “reconoció”. Entonces, la mujer que estaba detrás de mí, que, por supuesto, nunca había  escuchado mi nombre, despertó del estupor habitual en todos nosotros y me  preguntó al oído (allí todos hablábamos susurrando): 

 - ¿Y usted puede describir esto? 

 Y yo dije: 

 - Puedo. 

 Entonces algo así como una sonrisa se deslizó por lo que alguna vez había  sido su rostro.” 


Y finalmente la ganadora de B2 con su traducción de la carta de Doctor Zhivago es Ana Orús.

Doctor Zhivago.

Decimotercera PARTE. Frente a la casa con estatuas (18).

“Yura, -le escribía Antonina Alexándrovna, - ¿sabes que tenemos una hija? La hemos llamado Masha, en recuerdo de tu difunta madre, María Nikoláievna.

Paso ahora a otro tema. Varias figuras públicas relevantes, algunos profesores del partido de los cadetes y varios socialistas de derechas, Melgúnov, Kizevetter, Kuskova han sido desterrados de Rusia y deportados al extranjero; asimismo, algunos otros entre los que se encuentra el tío Nikolái Alexándrovich Gromeko y -como miembros de su familia- también papá y nosotros.

Es una desgracia, especialmente en tu ausencia, pero no hay más remedio que obedecer y dar gracias a Dios por esta forma tan llevadera de exilio en tiempos tan terribles; podría haber sido mucho peor. Si hubieras estado aquí, te habrías venido con nosotros. Pero, ¿dónde estás ahora? Te envío esta carta a la dirección de Antípova. Te la entregará ella si te encuentra.  Me atormenta la incertidumbre de si a ti también -si el destino quiere que aparezcas- se te hará extensible después, como miembro de nuestra familia, una autorización para salir como la que hemos recibido todos nosotros. Yo sí creo que estás vivo y que la conseguirás. Me lo dice este amoroso corazón mío, y yo confío en su voz. Es posible que para cuando aparezcas, las condiciones de vida en Rusia se hayan suavizado y tú mismo puedas obtener el permiso individual para viajar al extranjero, y así podamos volver a encontrarnos juntos en un mismo sitio. Aunque mientras estoy poniendo esto por escrito, a mí misma me cuesta creer que tanta felicidad pueda hacerse realidad.

Mas lo que me duele por encima de todo es que yo a ti te amo, pero tú a mí no me quieres. Me esfuerzo en encontrarle un sentido a esta condena, por interpretarla, por justificarla; escarbo hurgando en mí misma; repaso toda nuestra vida y todo lo que sé de mí, pero no veo el origen de todo esto, ni puedo recordar qué he podido haber cometido, ni lo que ha podido atraer hacia mí esta infelicidad. Tú, de alguna manera, me malinterpretas, me miras con malos ojos, me ves distorsionada como a través de un espejo cóncavo.

Pero es que yo te amo. ¡Y cómo te amo! ¡Si pudieras hacerte una idea…! Amo todos tus atributos, tus cualidades y tus defectos, todos tus rasgos más corrientes, pero tan valiosos al formar un conjunto tan poco común; tu rostro ennoblecido por esa vida interior que esconde y, sin la cual, tal vez no parecería hermoso; tu talento y tu inteligencia, que parecen ocupar enteramente el lugar de tu voluntad ausente. Para mí todo esto es valioso, y es que no conozco a ningún hombre mejor que tú.

Pero escucha, ¿sabes lo que te digo? Que, aunque para mí no fueras tan querido y aunque no me gustaras tan en extremo, de todos modos, la dolorosa verdad de tu indiferencia no se me desvelaría, y yo seguiría pensando que te amo. Aunque solo fuera por miedo al humillante y destructivo castigo del desamor, inconscientemente me cuidaría muy mucho de entender que no te amo. Ni tú ni yo lo sabremos nunca. Mi propio corazón me lo ocultaría, porque el desamor es casi como un asesinato, y yo no sería capaz de asestar semejante golpe a nadie.

Todavía no hay nada decidido definitivamente, pero probablemente nos iremos a París. Voy a ir a los lejanos confines adonde te llevaron a ti de pequeño y donde se formaron papá y mi tío. Papá te manda recuerdos. Shura ha crecido. No es que haya salido muy guapo, pero es un chico grande y fuerte y, cuando se te menciona, llora siempre amargamente y con gran desconsuelo. No puedo más. El corazón se me desgarra con el llanto. Me despido ya. Deja que me persigne por ti, por toda esta separación interminable, por este calvario y esta incertidumbre, por todo tu largo, largo y oscuro camino. De nada te culpo, ni un solo reproche. Haz tu vida tal y como desees, y que sea para bien.

Antes de la partida de los terribles Urales tan funestos para nosotros, tuve ocasión de conocer, aunque fugazmente, a Larisa Fiódorovna. Le agradezco que se quedara a mi lado cuando llegaron las dificultades y que me ayudara en el parto. He de reconocer sinceramente que es una buena persona, pero no quiero mentirme a mí misma: ella es todo lo contrario de mí. Yo vine a este mundo a simplificar la vida y a buscar la salida correcta, y ella a complicarla y a salirse del camino.

Adiós, tengo que terminar. Han venido por la carta y es hora de hacer el equipaje. Oh, Yura, mi querido y amado Yura, mi marido, y padre de mis hijos, ¿qué está pasando? ¿Es que de verdad jamás vamos a volver a vernos? Ya te he puesto por escrito lo que quería decirte; pero, ¿comprendes el significado de mis palabras? ¿Comprendes? ¿Comprendes? Me están metiendo prisa. Es como si vinieran para llevarme a mi propia ejecución. ¡Yura! ¡Yura!”


!Hasta el año que viene!


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